Jorge Luis Telles Salazar
El arranque de la nueva camada de presidentes municipales en Sinaloa, también marcó el comienzo de la segunda mitad del sexenio gubernamental de Rubén Rocha Moya lo que trajo consigo, al mismo tiempo, la necesidad del replanteamiento de nuevos criterios, políticas y líneas de acción, frente a la innegable situación actual de nuestra entidad.
El pasado día primero, en efecto, rindieron protesta 20 presidentes de igual número de municipios de Sinaloa, algunos de ellos ya en su segundo mandato consecutivo; pero todos con la innegable obligación de colaborar decididamente tomados de la mano del gobernador, como el camino más adecuado para reordenar las cosas y cumplir con las metas trazadas en el Plan Estatal de Desarrollo, afectadas hoy día por los imponderables que ya todos conocemos.
A estas alturas, superada ya la euforia derivada de la cristalización de un proyecto personal -lo que es muy entendible – y designado a quienes forman parte de su equipo de colaboradores, ya deberían estar aplicados a la realización de dicha tarea porque realmente no hay tiempo que perder.
Por su parte, el 15 de los corrientes, Rocha Moya enviará al Congreso del Estado su tercer informe de gobierno. Por escrito y por conducto de su secretario general de gobierno, Feliciano Castro, en los términos ordenados por el articulo 40 de la constitución local.
Posteriormente, el titular del Poder Ejecutivo comparecerá personalmente para aclarar dudas de los señores legisladores y ampliar, desde luego, el contenido del documento.
Y todavía, los colaboradores más cercanos al gobernador podrían ser citados al Legislativo en el curso del mes, exactamente con la misma finalidad.
Bajo estas circunstancias, confirmemos entonces que ya se ha ido la primera mitad del mandato de Rocha y que viene la segunda, que es la que transcurre con mayor velocidad, al acortarse los tiempos para el cumplimiento de metas y propósitos, lo cual se empalma a otra situación innegable: los preparativos para su propia sucesión.
¿Qué todavía falta tiempo para ello? Pues no. No tanto. De hecho el proceso ha comenzado ya.
¿No?
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Y bueno.
Una vez que concluya el gobierno de Rocha -el 31 de octubre de 2017 – invariablemente se hablará de un antes y un después. Un antes, del 25 de julio de 2024 y un después de esa fecha tan infausta para Sinaloa.
La verdad de las cosas es que hasta antes de ese 25 de julio, nuestro estado mantenía un paso tranquilo, consistente, seguro. Con problemas si quiere usted; pero todo dentro de lo aceptable. Su mayor contratiempo, quizás, lo constituía la Universidad Autónoma de Sinaloa, cuyas autoridades rechazaban categóricamente la aplicación de la nueva ley orgánica, aprobada desde febrero del año pasado por el Legislativo.
Y en efecto, con un estilo muy propio de su gobierno -adornado con lo directo y claro de su lenguaje – Sinaloa no solo se mantenía en calma sino con marcada fluidez en su quehacer: bajos niveles de inseguridad (de hecho de los mejores del país), inversión pública y privada y obras y sectores productivos satisfechos con sus resultados.
Sin embargo, vinieron los lamentables hechos del 25 de julio -el secuestro de Ismael Zambada por Joaquín Guzmán López y el homicidio de Héctor Melesio Cuén Ojeda, aparentemente en el mismo evento – y la situación política, social y económica de nuestro Estado, dio un viraje radical.
Todavía transcurrieron unos días más de relativa y soterrada tranquilidad; pero el infierno se desató a partir del lunes 09 de septiembre, a días de la celebración de las tradicionales fiestas patrias, tan esperadas por los sinaloenses.
Y a partir de entonces, muchas cosas cambiaron en nuestro Estado.
La violencia se desató y la inseguridad también: enfrentamientos, asesinatos, robos de vehículos, cobros por derecho de piso, extorsiones, secuestros, bloqueos carreteros e ilícitos de otro tipo, que trajeron como consecuencia letal el desplome de la economía en su conjunto, el manifiesto temor de la sociedad y hasta la auto aplicación de un estado de queda, todavía vigente hasta nuestros días.
Como resultado de todo esto, octubre resultó ser, de acuerdo con las mediciones oficiales, el mes más violento en la historia de nuestro Estado, a pesar de una evidente mejoría en las dos últimas semanas, reflejada ya en mayores niveles de movilidad en las ciudades afectadas, en el regreso gradual de los estudiantes a las aulas y en la recuperación de establecimientos y restaurantes, así como de otros giros comerciales; sin embargo, la actividad nocturna se mantiene aún en niveles por debajo de los esperados.
Lo anteriormente expuesto es resultado de una mayor presencia de las fuerzas armadas y la guardia nacional en los puntos de conflicto; en el retorno de la policía y transito del municipio y en los permanentes llamados del gobernador a la recuperación de los espacios públicos, así como su ofrecimiento de mayor seguridad a la ciudadanía y a la aplicación de nuevas estrategias sobre el particular.
Evidentemente el problema persiste, particularmente durante las noches, cuando la gente se resiste a abandonar la seguridad de sus hogares. La atmósfera de intranquilidad se mantiene entre la sociedad; pero sin duda hay avances significativos y la tendencia es a mejorar en el curso de las próximas semanas. Quizás no a la velocidad que todos quisiéramos; sin embargo, se advierten síntomas claros de recuperación en la economía, la movilidad, los giros comerciales, el sector restaurantero y el entretenimiento en términos generales.
Todavía falta un buen tiempo para cantar victoria y a lo mejor esto no ocurra a plenitud a un corto plazo; pero tarde que temprano la situación volverá a la normalidad.
Ya lo verá usted.
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Esa, precisamente, debe ser la meta central del gobernador Rocha para la segunda parte de su administración, sin descuidar, por supuesto, sus otras obligaciones como titular del Poder Ejecutivo en nuestro Estado.
La tarea, desde luego, no será nada fácil, ante el tamaño del problema, cuya solución no será posible, si Rocha no cuenta con el respaldo decidido del gobierno federal, con el trabajo de un equipo cohesionado, identificado y comprometido y con la colaboración de la sociedad, naturalmente.
Rocha tendrá esos factores de su parte porque no hay sinaloense bien nacido que no quiera lo mejor para nuestro Estado, sin embargo existen otros factores que juegan a favor de Rocha para transitar con cierta comodidad durante los últimos tres años de su gestión gubernamental.
Anótelos:
En primer lugar, Rocha tiene, de su lado, 31 de 40 diputados en el Congreso del Estado, entre MoReNa y aliados. Se supone que solo el poder Legislativo tiene facultades para desconocer un gobernador.
De los 20 presidentes municipales, 16 son de la Cuarta Transformación; entre ellos, los de los ayuntamientos más importantes del Estado.
El respaldo del gobierno federal; de la presidenta Sheinbaum, concretamente.
Y una ley de revocación de mandato, que si se aplica -para lo que se requiere la demanda del 10 por ciento de los sinaloenses en la lista nominal del padrón electoral – solo servirá para la consolidación de Rocha como gobernador.
Así de sencillo.
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Hasta aquí por hoy. Nos vamos ya. Cuídense mucho y Dios los bendiga. Ahora y siempre.
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