Agenda Política-Jorge Luis Tellez

El movimiento de la Cuarta Transformación contará con 373 diputados a lo largo de la sexagésima sexta legislatura del Congreso de la Unión, que iniciará funciones el primero de septiembre que se avecina. De esos 373, MoReNa aportará 248; el Partido Verde Ecologista Mexicano, 75 y el Partido del Trabajo, 50. Las 127 curules restantes quedaran en poder de la oposición. Suman 500 en total.
Esas 373 diputaciones toman forma, gracias a los porcentajes de votación obtenidos por cada uno de los tres partidos aglutinados en la coalición electoral “Para Seguir Haciendo Historia”. En el lenguaje porcentual: MoReNa logró el 42. 4 por ciento de la votación valida -a la total se le deducen los votos anulados -; PVEM, 8. 7 y PT, 5. 6 por ciento.
Bajo esta circunstancia y considerados los porcentajes registrados por los tres partidos, los votos de la coalición totalizan un 56. 7 por ciento, de la votación efectiva a nivel nacional. Si agregamos el 8 por ciento de sobre representación tolerado por la constitución general de la República, entonces el porcentaje se dispara hasta un 64. 7 por ciento.
Ese 64. 7 por ciento de votación, precisamente, representa 324 curules, equivalentes al 64. 5 por ciento de un total de 500, 19 menos de los que se requieren para la mayoría calificada;  pero resulta que al movimiento de la 4-T se le han asignado 373 diputados, que significan el 74. 6 por ciento de la estructura camaral, criterio que ha imperado en el reparto de los asientos plurinominales.
Y he aquí el centro de la discusión: ¿Qué tomar en cuenta para la asignación? ¿La totalidad de los votos en favor de la coalición en su conjunto o los de cada partido en lo individual?
Si bien en términos de partidos, los tres se ubican dentro del umbral del 8 por ciento -MoReNa tendría 7, 2 por ciento; el PVEM, 6, 3 y el PT, 4 -, por lo cual estarían dentro de la legalidad, la sobre representación es más que evidente, toda vez que jugar con ese 8 por ciento y asignarlo a cada partido no constituye una obligación propiamente dicha, sino una alternativa a seguir. Mucho menos cuando provoca la subrepresentación en los partidos de la oposición.
Tan sencillo como esto: bajo este criterio, el oficialismo logrará el 74. 6 por ciento de los 500 diputados, con el 64.7 por ciento de la votación, ya incluidos los 8 puntos que contempla la sobre representación.

El dictamen, ya está hecho. Y va en esa dirección: votos por partido, no por coalición. Y difícilmente será modificado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, donde la empatía por la Cuarta Transformación es más que manifiesta.

Los criterios están perfectamente identificados: ninguno de los tres partidos, por si mismos, están sobre representados; pero si la 4-T en su conjunto, circunstancia que se traduce en la obtención de la mayoría calificada por la que tanto ha luchado el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Ahora que es conveniente observar que así como hay sobre representación, también existe la subrepresentación, que es uno de los aspectos más álgidos de la discusión.
Y en este punto, los partidos más afectados, en su orden, son: Movimiento Ciudadano, que obtuvo el 11. 3 por ciento de la votación y al que solo le han asignado un 4. 8 por ciento de los diputados; el PRI, que cosechó el 11. 5 por ciento y que únicamente tiene el 6. 6 por ciento de la cámara y el PAN que logró 17. 5 por ciento y que solamente cuenta con el 13.6 por ciento de los legisladores. Aquí también, la sub representación es más que evidente.
Dentro de todo esto existe un truco para darle la vuelta a los preceptos constitucionales y arropar como legal lo que no tiene explicación lógica, como cuando las cifras no cuadran bajo ninguna explicación.
Y es que hay un detalle insuficientemente valorado, tanto por la autoridad como por los representantes de los partidos en pugna. El tema no está precisamente en la distribución de posiciones de representación proporcional tanto en la cámara de diputados como en la de Senadores. El truco real, el que arroja esta clase de situaciones, se localiza en la postulación de candidaturas comunes, que es la que arroja números insólitos como el que PVEM y el PT, por ejemplo, cuenten con más diputados y más senadores que el PAN, el PRI y MC, con porcentajes de votación muy por debajo de la alcanzada por los partidos aludidos.
Concretamente, el PVEM -convertido en el partido consentido de la 4T – tendrá 75 diputados, con el 8. 7 por ciento de la votación y el PT, a su vez, 50, con el 5. 6 por ciento de los votos. El PAN, en contraste, 68 curules, con el 17. 5 por ciento; el PRI, 33 con el 11. 5 y MC, 24 con el 11. 3 por ciento. Qué alguien me saque de mis dudas.
No, si hay una explicación, misma que se ubica, insistimos, en las candidaturas comunes, mediante las cuales, el PVEM oficialmente ganó 57 distritos electorales de mayoría relativa y el PT, 38 de manera prácticamente increíble. Muchos más que los obtenidos por PRI, PAN y MC.
Esto, gracias a MoReNa por supuesto que es la formula que propició una votación con candidatos siglados (palabra de moda en los tres últimos procesos electorales) por sus aliados, en el marco de una plan electoral claramente definido. En realidad se trató de candidatos morenistas en su mayoría; pero saltar a la cancha con otra camiseta era una estrategia irrenunciable, para la 4T.
Como resultado de esto, la Cuarta Transformación alcanzó la mayoría calificada (haiga sido como haiga sido) y el control de dos grupos parlamentarios adicionales -lo que le daría al mismo tiempo la presidencia del Congreso, además de la JuCoPo – cuyo número de curules supera claramente a las del PRI y MC, por lo menos.
Así está, por ahora, el dictamen elaborado por la dirección de prerrogativas del Instituto Nacional Electoral, para ser sometido al análisis del consejo general del organismo, que tendrá la última palabra, en el entendido de que el margen para la impugnación ante el TEPJ será pequeñísimo.