Meritorio que el presidente Andrés Manuel López Obrador inaugure, este lunes 18 de diciembre, la presa Santa María, en el sur de la entidad; pero más gratificante será cuando ponga en marcha su sistema de riego, ya en los estertores de su administración.
En efecto, dar por concluida la construcción de esta obra de gran infraestructura hidráulica es un logro indiscutible del gobierno federal actual, a partir de la base de los muchos años que permaneció en un abandono prácticamente total; sin embargo, hemos de insistir: de poco sirve una presa sin la operación de su correspondiente distrito de irrigación.
Es altamente factible que este mismo lunes, AMLO de también el banderazo para los trabajos propios de su sistema de riego; pero esto no es cualquier cosa. En el mejor de los casos quedaría concluido allá por agosto-septiembre del año próximo, si no es que se le endosa al nuevo gobierno federal llámese como se llame. Además de mucha voluntad política, que seguramente se tiene, se requiere de mucho tiempo, dinero y esfuerzo.
Ahí está el caso de la otra presa, la Picachos, concluida desde la administración presidencial de Enrique Peña Nieto; pero reducida a una alberca gigantesca precisamente porque carece de un sistema de riego, que apenas se comenzó a construir y que por ahora solo irriga 2 mil 500 hectáreas, demasiado pocas para lo que se requiere en el sur del Estado.
Sobre el particular, la meta de López Obrador es la de incorporar 50 mil hectáreas a los esquemas de riego tan solo en Sinaloa -se trata de 100 mil a nivel nacional-, objetivo imposible de cumplir en lo que resta del 2023 y difícil para el 2024 por la magnitud de la inversión que esto representa; pero ya es una de las prioridades de la actual administración y seguramente apreciaremos avances considerables el nuevo año que está por llegar.
Ojalá.
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Y pues tome nota:
El acto inaugural de la presa Santa María está programado para las 11: 30 horas, allá en el municipio de Rosario.
Acompañará al presidente, por supuesto, el gobernador Rocha Moya y los presidentes municipales del cono sur de la entidad. Por esta razón, muy justificada, no habrá conferencia Semanera este lunes. Quizás otro día de la semana.
El evento en Sinaloa es parte de una agenda a desarrollar por el presidente López Obrador por distintos puntos del país. Le entró la prisa por desahogar asuntos pendientes y por no dejar una sola sin inaugurar sin importar si esté terminada o no. Así sucede con presidentes y gobernadores, en el ocaso de sus respectivas administraciones.
Ya le informaremos.
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Mientras.
El desacato del Consejo Universitario sobre el artículo 35 de la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Sinaloa ha puesto en riesgo las negociaciones orientadas a la obtención del recurso que requiere la institución para la cobertura de sus compromisos de fin de año; entre ellas, pagos de aguinaldo, prestaciones y otras erogaciones propias de la época.
Y es que en su sesión extraordinaria del viernes próximo pasado, el consejo universitario ratificó a Robespierre Lizárraga como secretario general encargado de la rectoría de la UAS, ante la imposibilidad legal de reinstalar a Jesús Madueña, una vez fenecido el plazo de 40 días concedido por el propio CU, tras la vinculación a proceso en contra de Madueña por un juez de control “por ejercicio irregular en sus funciones”.
Ese artículo 35 establece con claridad que “las faltas temporales del rector titular, que no excedan de cuarenta días hábiles serán cubiertas por el secretario general de la institución y las mayores a dicho término, pero menores de ochenta, por un rector interino” y si las faltas exceden este último término, el Consejo Universitario designará un rector sustituto que concluirá el periodo en los términos fijados por el estatuto general”.
Es decir: el CU debió designar un rector interino y no ratificar al secretario general como encargado de la rectoría, en el entendido de que si en un nuevo periodo de cuarenta días no se soluciona la situación jurídica de Madueña, tendrá que venir un nuevo rector que sustituirá a Madueña hasta el final de su periodo: el 06 de junio de 2025.
La cosa es que la personalidad de Robespierre Lizárraga no es reconocida oficialmente por el gobierno del Estado, lo que derivará en la acentuación de la crisis que se vive en la UAS, si los trabajadores no reciben sus ingresos en tiempo y forma, como había ocurrido hasta ahora.
La UAS reclama un apoyo adicional del orden de los 450 millones de pesos para solventar sus necesidades de fin de año.
Todo un reto para la administración de la universidad; legal, espuria o como se llame.
Pendientes pues.
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Por cierto.
A través de su Junta de Gobierno -que no su consejo universitario -, la Universidad Autónoma de Occidente designó a su nuevo rector, mismo que relevará a Sylvia Paz Díaz Camacho y que rendirá su protesta como tal el 05 de enero.
Se trata del doctor Pedro Flores Leal; de los ocho aspirantes que participaron en el proceso, el menos citado por los medios de comunicación.
La decisión de la Junta de Gobierno no fue aceptada ni mucho menos procesada, desde luego, por los otros siete pretensos, algunos de los cuales hasta encabezaron la toma de las instalaciones de la unidad centro aquí en Culiacán, a fin de exigir una reconsideración en el acuerdo tomado por el cuerpo colegiado.
Natural el surgimiento de estas inconformidades porque a nadie le gusta perder y se tiene que reconocer que el proceso se sujetó al mandato de la ley orgánica de la UAdeO. Y puede, en efecto, ya estar obsoleta; pero es la que está vigente en la actualidad.
Así las cosas, no habrá resultado a la presión: el 05 de enero, el doctor Pedro Flores Leal se convertirá en el nuevo rector de la Universidad Autónoma de Occidente.