Justificadamente, la extradición de Ovidio Guzmán López a los Estados Unidos, en plenas fiestas patrias, levantó inquietud y hasta preocupación entre todos los sectores de la sociedad, ante la posibilidad de una reacción de la delincuencia organizada, de magnitud similar o peor aún que la experimentada en las dos ocasiones anteriores, en los intentos de aprehensión del hijo de Joaquín Guzmán Loera, mismo que desde hace un buen número de años, por cierto, está preso en una cárcel de extrema seguridad en el vecino país del Norte.
En concreto nos referimos a los operativos del 17 de octubre de 2019 y a los del 5 de enero del año en curso, enfocados en la captura de Ovidio. En el primero, usted debe recordarlo, el “Ratón” fue liberado por órdenes del presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando ya estaba en manos del ejército y la Marina; en el segundo si hubo éxito, pero el dispositivo estuvo muy lejos de ser la intervención quirúrgica de que osaron presumir nuestras autoridades. Lo del otoño del 2019, AMLO lo justificó como la única medida a tomar en ese momento, para impedir un gran baño de sangre sobre nuestra ciudad.
Ovidio fue aprehendido, en cambio, durante la madrugada del 5 de enero, en el vecino poblado de Jesús María -a escasos kilómetros de la presa Adolfo López Mateos o “El Varejonal” – tras una imponente demostración de fuerza del gobierno mexicano, que aniquiló por completo el intento de defensa de Ovidio y su gente. Y se dicen muchas cosas al respecto. Las versiones fluctúan entre las más prudentes y cuerdas hasta las más escalofriantes, inclusive. Lo que ocurrió la madrugada y todo el día del 5 de enero, quedará para siempre en la memoria de los habitantes de esa comunidad. Los ecos persisten hasta la fecha.
Y desde entonces, el hijo del “Chapo Guzmán” estaba recluido en la prisión de alta seguridad de Almoloya de Juárez, en medio de una estrategia de defensa de parte de un enorme equipo de abogados, concentrados ya no en la liberación del “Ratón” si no en impedir su extradición a los Estados Unidos. Así, en estas condiciones, transcurrieron más de ocho meses, hasta que sucedió lo inevitable: México cedió a las presiones del gobierno de los Estados Unidos y desde la tarde del viernes próximo pasado, Guzmán López está recluido en una prisión de Chicago, Illinois, donde se le acusa de ocho delitos cuando menos.
-Hora de irse, señor – le comunicó uno de los custodios.
Y se fue.
Ovidio Guzmán, como su padre, jamás volverá a respirar oxígeno mexicano. El pronóstico jurídico más amigable lo coloca en la lista de los sentenciados a cadena perpetua.
Y bien.
A donde queremos llegar, tras narrativa tan detallada, es a esto:
A que si en las dos veces anteriores se desató el pánico en Culiacán -con extensión a muchos otros lugares de Sinaloa – no son pocos quienes han manifestado su temor a una nueva escalada de violencia, como reacción natural de esta importante célula delictiva a la decisión oficial de enviar a Ovidio a los Estados Unidos, lo que constituyó un acuerdo ruidosamente celebrado por el gobierno del país vecino. A ese conjunto de acciones, a que nos referimos, se les bautizó como el “Culiacanazo 1 y Culiacanazo 2”, calificativos que no son precisamente motivo de orgullo; pero que, aunque duela, nos ubican en una lacerante realidad.
Hasta el momento no se han detectado hechos en tal dirección; pero ya el gobernador Rubén Rocha Moya, respaldado por el gobierno federal, ha tomado precauciones, a través de indicaciones concluyentes a su nuevo secretario de Seguridad Pública, Gerardo Mérida Sánchez, quien ya secundó las declaraciones del titular del Poder Ejecutivo Estatal.
Y en efecto, aún no se perciben hechos relacionados con el traslado de Ovidio a Chicago; pero la preocupación resulta de suyo inevitable, por más llamados que se nos hagan a mantener una tranquilidad que si existe, desde luego; pero con las consideraciones del caso, por supuesto.
Salvo mejor opinión, amigo lector.
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Mientras.
A pesar de las insistentes versiones que ubicaban a Jesús Madueña Molina fuera de la Universidad Autónoma de Sinaloa y si dentro de una cárcel del Estado, Madueña conserva su libertad; se mantiene como rector de nuestra máxima casa de estudios superiores y refrenda su decisión de continuar con su batalla en contra del gobernador Rubén Rocha Moya -a quien acusa de ser el causante de todos sus males – en lo que él llama “en defensa de la autonomía universitaria”.
Lo que si que el todavía rector de la UAS fue vinculado de nuevo a proceso (ya por segunda ocasión) con una medida cautelar consistente en firmar cada mes y medio en la sala correspondiente y en una limitación a viajar fuera del país, a menos de contar con una autorización judicial.
Tal medida también se impuso al ex rector Juan Eulogio Guerra Liera, lo mismo que a los integrantes del comité de adquisiciones de la Universidad Autónoma de Sinaloa, corresponsables de no licitar la adquisición de tortillas por hasta 45 millones de pesos, con el agravante -de acuerdo a lo sostenido por el juez de control – de beneficiar a un proveedor de situación jurídica irregular y de haber hecho tal erogación en los tiempos más álgidos de la pandemia causada por el Covid-19.
Madueña ya suma dos medidas cautelares y vendrán más, seguramente, porque hay otras acusaciones en su contra. Es una decisión similar, bajo la acusación de ejercicio indebido de funciones, por bloquear las labores de la Auditoría Superior del Estado. En la misma línea se ubica al nuevo secretario general, Robespierre Lizárraga Otero. Y quien sabe si para entonces conserve el optimismo que mantiene todavía hasta el día de hoy.
Hay nuevas fechas, para nuevas audiencias.
En vía de mientras, la Fiscalía de Justicia del Estado mantendrá sus diferentes líneas de investigación, con base a versiones en el sentido de que las irregularidades por compra de tortillas o por adquisición de productos cárnicos, podrían ser un juego de niños, comparadas con las que se denunciarán en el curso de las próximas semanas.
Todo, mientras la UAS, por acuerdo de su consejo universitario, diseña una mega marcha estatal, con parada en la explanada de Palacio de Gobierno, en una fecha aún no determinada.
Ya le informaremos.
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En tanto.
A la arenga tradicional, propia del ritual del “grito” -con el que año tras año se conmemora el arranque del movimiento armado de 1810 – el gobernador Rubén Rocha Moya añadió una línea más para el vitoreo de la multitud: un viva al presidente Andrés Manuel López Obrador, que causó una reacción de apoyo entre la abrumadora mayoría de las 20 mil personas que atiborraban, la noche del viernes próximo pasado, la plaza cívica de Palacio de Gobierno.
Apenas minutos antes, en el balcón central de Palacio Nacional, el presidente de la Republica, había tenido su propio “grito”, nuevamente con una serie de innovaciones propias de su estilo, que no son causantes de violaciones al reglamento tradicional. (Supongo)
Fue para Rubén Rocha su segundo “grito” como gobernador constitucional del Estado.
Como personaje principal.
Antaño, le habíamos visto por Palacio de Gobierno en las noches del 15 de septiembre, como rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, como funcionario de los gobiernos de Jesús Aguilar Padilla y Quirino Ordaz Coppel y también como senador de la República.
De todo esto, se debe haber desprendido una valiosa experiencia porque, la verdad de las cosas, el “grito” de la noche del viernes próximo pasado, ha sido de los mejores que hemos visto, a lo largo de los últimos años, con innovaciones tecnológicas (como el uso de drones) combinado con espectaculares fuegos pirotécnicos, artistas de primerísimo nivel y del gusto popular, además del reparto gratuito de bebidas y bocadillos a los presentes en la explanada de Palacio.
En suma: una noche plenamente disfrutada por el gobernador y su equipo de trabajo y no se diga ya por la gente, que manifestó nuevamente su fervor patrio, como sucede año tras año. Es su fiesta y hay que gozarla a plenitud.
Así de sencillo.
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CORTOS.- Las redes sociales se estremecen con la versión en el sentido de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordenó la reinstalación inmediata de Jesús Estrada Ferreiro como presidente municipal de Culiacán y que en esta condición siga adelante el proceso penal en su contra. Este lunes habrá, necesariamente, posicionamientos oficiales. Pendientes…ORALE.- Quirino Ordaz Coppel sigue dando “gritos de la Independencia”, ahora como embajador de México en el reino de España; la noche del pasado día 15 – 7 horas antes de los sucesos en la ciudad de México – lo hizo en la plaza de Chamberi, España, con la asistencia de invitados especiales, funcionarios de la embajada, la comunidad mexicana y muchos españoles que gustan de la festividad mexicana. Informados…GULP.- El Covid 19 es tema, de nuevo, en México y en muchas partes del mundo. Hay rebrotes significativos, aunque no alarmantes, dicen nuestras autoridades de salud, las cuales olvidan que toda carrera comienza con el primer paso. Ya se habla de retomar las medidas conocidas, incluyendo el uso de las mascarillas y la aplicación de vacunas a quienes por una u otra razón no cumplieron con el esquema. Lo malo es que en México solo hay la rusa y la cubana y ninguna de las dos tiene la autorización de la Organización Mundial de Salud. Ya veremos que sucede…¡EPALE! Para el diputado Sergio Mario Arredondo, presidente de la comisión de Fiscalización del Congreso del Estado, el panorama es muy claro: “Madueña y sus funcionarios han perdido el juicio social al no licitar las adquisiciones de tortillas y apegarse a las costumbres de una empresa que cancela recibos fiscales al por mayor”. ¿Qué os parece?…¡VAMONOS! Super entusiasmado Juan Alfonso Mejía López, con la posibilidad de convertirse en candidato de la coalición opositora, a la presidencia municipal de Mazatlán. Asegura vencer al candidato de MoReNa y aliados, sea quien sea. Juan Alfonso fungió como secretario de Educación Pública y Cultura del gobierno del Estado, en la recta final de la administración de Quirino Ordaz. Ya le contaremos…