El miércoles 24 de mayo en el teatro Socorro Astol se presentó el Coro infantil y juvenil de Esperanza Azteca. Quienes asistimos disfrutamos de una agradable tarde escuchando a este colectivo con voces que se aprecian estudiadas y bien dirigidas por las dos maestras responsables de la presentación, una al piano y la otra dirigiendo al grupo.

Mientras escuchaba vino a mi mente una pregunta, si la garganta es el instrumento y todas las personas tenemos dicho órgano, ¿por qué no formar coros en todos lados, en escuelas de todos los niveles educativos, en instituciones públicas de servicios diversos, en las colonias?. Visto aparentemente, el asunto resulta sencillo, entonces ¿En donde estriba la dificultad para llevar a cabo un programa de cultura musical como este si no es necesario invertir en instrumentos musicales para los participantes?.

Acaso sea por la escases de maestros de instrucción coral, podrá argumentarse, sin embargo, existen en todo Sinaloa, y especialmente en Culiacán excelentes docentes en la materia que podrían, con un apoyo presupuestal suficiente y oportuno, instruir a otros educadores que una vez formados multipliquen los conocimientos adquiridos en sus planteles.

En realidad la dificultad estriba en que los gobiernos de todos los niveles no le dan importancia a la enseñanza de las artes. El pretexto por excelencia es que los recursos económicos son escasos y que es necesario atender primero rubros prioritarios urgentes. Así que desmantelaron toda la estructura funcional que daba sustento a la formación de coros.

Es evidente que nuestras autoridades culturales dan palos de ciego ante la grave crisis generalizada que padecemos y no entienden que la vida es mejor cantando, y que más vale un canto a tiempo que un llanto permanente por esta niñez y juventud que nos arrebata la delincuencia.